lunes, 13 de noviembre de 2006

ALGUNAS SITUACIONES MUY MANIPULADAS

Por ejemplo, si bien es verdad que al padre de Drácula se le dio el nombramiento de la orden del Dragón y de ahí que se le llamara Vlad Dracul, y por indicar que es hijo de él, al hijo de Dracul se le llamó Drácula, ya que la letra a indica que es hijo de éste, se exagera en afirmar que en el nombre lleva también una carga erótica, como lo dice Norbert Borrmann quien asegura en su obra “Vampirismo” que fonéticamente demonio y amante, en rumano, se confunden por su similitud.
Sin embargo, demonio en rumano se dice “dracul”, pero amante se dice “amant” o “amator”.

También he podido ver en México en algunas presentaciones que se afirma que en pueblitos de Rumania se usan collares atados de ajos para ahuyentar a los malos espíritus, a los demonios y a los vampiros.
Sin embargo, en México también se llega a usar ese tipo de adornos en las cocinas o comedores y hasta en loncherías, y de ninguna forma es con ese propósito, salvo con el de adornar la pared.
En Rumania se hace con el mismo propósito decorativo, ni más ni menos.
Habitualmente quienes lo afirman siempre se refieren a alguien que les contó, a alguien que les dijo que un amigo que fue por allá así lo comprobó, etc., y como está muy lejos como para ir a comprobarlo, pues no queda otra que creerles.
Una vez que ya se estuvo ahí, se puede uno dar cuenta de que para nada es usado para ahuyentar a nadie.
Sin embargo, en México hay quienes cuelgan bolsas de plástico con agua para ahuyentar a las moscas.

Y hablando de orientaciones falsas, podemos decir que lo que dice Cristopher L. Hammer Sacia en su obra “Vampiros modernos” es una de ellas.

Ahí habla del vampiro de Momoxpan, Puebla, refiriéndose a un niño al que se venera en la iglesia del pueblo, el cual está en una caja que permite verlo, y es que se conserva su cuerpo incorrupto. El niño es un vampiro, y hasta le ha sonreído al autor Hammer Sacia. Dice que durante el día el niño entra en su estado pasivo, pero de noche es un activo chupador de sangre.
Afortunadamente este lugar no es tan inalcanzable como Transilvania, y al llegar a Momoxpan, puede usted esperar todo, menos lo que dice Hammer Sacia. Ni hay niño, ni hay caja, ni se venera a un muerto local, ni se sabe de ningún vampiro por ahí, ni tienen mordidas ni costras en el cuello los habitantes del lugar.

De todo el relato, lo único que resulta verdad es que hay una iglesia y que por ahí venden sidra.

Este niño vampiro es mencionado por su autor al principio y al final del libro, además de mencionarlo al final del primer capítulo. Evítese la pena de descubrir que todo es sólo ficción vendidacon etiqueta de verdadero.
Mejor vaya al zoológico de Chapultepec a ver a los murciélagos, o a la cueva del Pedregoso, en el Museo Universum, donde aprenderá cosas acerca de la vida de estos mamíferos voladores que no pueden contagiar sus habilidades por elsimplehecho de morder a alguien. Así como tampoco un ganso le transmite habilidades nadadoras a nadie por el hecho de picotearlo.

Bueno, después de resaltar la charlatanería que hay en algunas indicaciones para toparse con vampiros antropomorfos, sigamos con la obra de Drácula.