jueves, 9 de noviembre de 2006

EL VAMPIRO Y LA IDENTIFICACION CON EL

La novela Drácula ha establecido la línea para concebir, crear y dar por hecho al vampiro humano, pero el primero que le queda mal es justamente Drácula, aquel que llevaba en realidad ese nombre, y es que ya hemos mencionado varias diferencias de fuerte oposición entre uno y otro personaje.

Y bueno, hablando de las diferencias entre un Drácula y el otro, la lista de comparaciones podría ser enorme, pero aun así no lograríamos que el público en general aceptara la diferencia. Es más fácil que el autor de este escrito fuera considerado aguafiestas, amargado, opositor de la verdad obscura, o que se le tachara de falta de identificación con el vampiro, antes que aceptar que una novela es ficción, y que la realidad histórica muestra otra cara muy diferente de Drácula.

Y es que se ha escuchado que quienes no crean en el vampiro es porque no se identifican con él, y que la mayor fuerza del vampiro radica en que no se cree en su existencia.

Pero se puede sostener la consideración de que no es cuestión de identificarse para creer o no creer.

Es simplemente que PARA SER UN VAMPIRO REVINIENTE, PRIMERO HAY QUE HABER MUERTO, y luego haber salido de su tumba, y entonces si, sobrevivir únicamente de beber sangre.
La identificación plena con el vampiro se lograría muriendo, saliendo del ataúd y alimentarse únicamente de sangre. No manteniéndose vivos, durmiendo en una cómoda camita, y alimentándose de pizzas, tacos, tortas, pollo, jamón, refrescos, etc, pero de vez en cuando beberse la mensutruación de su novia o chuparse una cortada.

Que levante la mano aquel que se murió y ahora está entre nosotros sobreviviendo únicamente de beber ese rojizo liquido. Sólo aquel que así mantenga su dieta y que pueda exhibir su ACTA DE DEFUNCIÓN podría ser aceptado categóricamente como un vampiro humano en el sentido hematófago.

Poco a poco se han ido definiendo nuevas categorías de vampiros, como el vampiro sicológico, el cual no bebe sangre pero si “succiona” y domina el alma y la conciencia de su víctima.
Esta capacidad también la tenía el Drácula de la novela.

Lo malo esque el Drácula real no la tenía, y no pudo convencer a sus captores que lo soltaran cuando lo hacían prisionero (y paso más de la mitad de su vida en la cárcel), ni pudo hipnotizar al sultán para que lo dejara de atacar, ni pudo aprovechar esa capacidad para vivir más allá de 45años.
Esto es un argumento más para afirmar que el Drácula real no era vampiro, era un ser humano con capacidades tan limitadas como las de cualquier otro.

Como ya se ha podido observar, en este escrito se ha planteado al vampiro real y literario desde su función de succionar o lamer sangre. No desde la postura metafórica de “succionar” almas o conciencias, sino desde la que implica la acción de absorber la sangre.
Si nos dejaramos ir más tiempo por la metáfora de que aquel que “te quita” el control de tu conciencia es un vampiro sicológico, pues entonces pronto aquel que “nos quita” las ganas de hacer algo se llamara vampiro de entusiasmos, y el que “nos quita” oportunidades sería un vampiro de éxitos, y viendolo desde esa perspectiva, casi cualquiera será un vampiro, porque tarde o temprano, algo le habremos quitado a otro, aunque solo sean las ganas de algo.
Y mientras ese término lo sigamos combinando con otros para que luzcan más terribles o pleigrosos, lo más curioso es que los vampiros que la naturaleza colocó dentro de la fauna,seguiran simplemente “succionando o lamiendo” sangre, y nada más.

Ojalá no vayamos a abusar del término vampiro con esas categorias, porque cuando todo aquel que quita o absorbe algo espiritual de otro, o cuando todo aquel que succiona sea catalogado como vampiro, habrá que inventar nuevamente un término para aquellos que exclusivamente succionan o lamen sangre para alimentarse.

Y es que todos los mamíferos al nacer succionan de otro un líquido vital para sobrevivir alimentándose, y por la convivencia o capacidad propia pueden “quitar” algo emocional, motivacional o intencional de otro ser.
De ese modo, casi toda la gente que pudiera leer esto cabría dentro del término de vampiro, y cuando todos sean vampiros, pues seguramente se le quitará lo que llamamos “el chiste”.


La identificación con un personaje no tiene porque implicar actuar como él, basta con que a uno le parezcan sensacionales sus cualidades y atributos, con que sea de nuestra preferencia, y con que de ese personaje emanen algunas de las ideas o pensamientos que se generan en nuestra mente, o con que nos sirva de inspiración para alguna acción u obra.
Así como no es necesario beber sangre para ser admirador de Drácula o de la onda vampírica, tampoco el personaje se lo exige a sus seguidores.
La imitación del ser admirado no es una exigencia o requisito, puede bastar el admirlarlo.
Es verdad que lo que se admira es un ejemplo, quizá una guía, y que puede invitar a seguirlo o imitarlo, pero no es vital para la identificación. Y tampoco significa que el que lo imite en ciertos actos, por ejemplo beber sangre, ya por ello sea un vampiro, pues habría que comprobar que la bebe por una necesidad fisiológica de nutrición, y no solo para quedar con la boca rojiza o para apantallar o estimular a alguien.

Quizá no es necesario imitar a quien se admira, pero es muy importante conocerle.
Podría parecer que el autor se ha desviado desde el término identificarse hacia el de admirar.
Pero no es desviación.
Para identificarse es porque se tienen importantes elementos en común. El vampiro Drácula tiene varias actitudes, necesidades, y en especial, como el titulo de la película, un ansia.
Aquel que se identifique debería compartir esa ansia por los mismos motivos, en este caso nutricionales.
Y no se habla de agradarle el sabor, sino de necesitar fisiológicamente (no sicologicamente) ese alimento.
Otra posibilidad de identificación sería la de estar muerto pero seguir conviviendo con los vivos, y para ello bastaría un acta para que se le creyera a quien lo afirme.
Una posibilidad más, y es la que más facilmente se podría demostrar, es la de estar, o sentir que se esta tan solo en el mundo como lo está el Drácula de la novela.
Ante el argumento de que la identificación conelvampiro es en base a la SOLEDAD que aquel legendario personaje manifiesta, casi no tenemos argumentos en discordia, y nos atevemos a decir que esa depresión por soledad es cientificamente comprobable, y que en definitiva puede crear lazos de identidad muy fuertes entre el que vive y el personaje literario Drácula.

Algo que se podría agregar es que esa identidad con el vampiro por soledad, de todas formas podría orientarse hacia otras figuras, y aunque sea a modo poco serio, permitase citar al Llanero solitario, pues incluso en su nombre cargaba la soledad, aunque para nada demostraba depresión.
Por ello se podría corregir, y en vez de comentar que es en base a la soledad, es en base a la depresión.
Y claro que la depresión puede describir mucho de lo que rodeaba al Drácula literario. Obscuridad, poca o nula diversión, gesto deprimido, poca o nula convivencia con los demás, etc.
Pero si tomamos el tema de la obscuridad por ejemplo, habría que reconocer que los más acercados a ella son los “Darks” o “darquetos”.

Y hemos visto como se menciona una importante aclaración entre la banda: Ni todos los “Darks” se identifican con el vampiro, ni todos los que gustan del vampiro son “Darks”.

Lo escrito en estos renglones es solo una opinión acerca de la identificación con el vampiro, porque una cosa es identificarse con él , yotra cosa es serlo.
Y como se ha visto que algunos condicionan la identifiación con la acción imitatoria, por ello se ha querido exponer lo anterior.

Retomando el tema de Drácula, no es que el autor crea ser poseedor de la verdad. Es más, él mismo puede decir en donde radica su propio error y porque está equivocado,si es que así se quiere ver.

Es probable que las comparaciones que hemos hecho antes entre los dos Dráculas no sean validas debido a que el Drácula histórico es así antes de su muerte, y que el de la novela es como es después de la muerte del primero. Es decir, la transformación se dio después de la muerte del primero. Son el mismo pero en diferente época.
Murió un Drácula que ha quedado reseñado en documentos históricos, y tiempo después, por asuntos no revelados, surgió un Drácula diferente, obscuro y vampírico que conocemos ahora por medio de la magnifica obra de Stoker.
Siendo así, no podríamos más que decir que entonces ambos Dráculas existen.
La línea que los divide es antes de la muerte y después de la muerte.

Siendo así las cosas, podríamos acordar con el público que no fuera muy duro con nosotros, y que nos acepte esta corrección del curso de nuestras palabras.
Que pactemos que hay dos Dráculas, uno que vivió y murió como un ser humano, y que luego de su muerte, apareció el otro, el que todos identifican como el vampiro Drácula.

Y es que si lográramos este pacto, la exposición sería menos difícil y hasta podríamos terminarla sin ser mordidos.

El primer Drácula fue creado por sus padres y por las circunstancias que le tocaron vivir.
El segundo Drácula fue creado por la pluma y la mente de Stoker, para todos los lectores de todos estos años.

Hablaremos entonces del primer Drácula.